Trenzado del esparto. Fotografía: Daniel Sebastián Cueto
La tradición artesana en las tierras alpujarreñas y zonas próximas a Sierra Nevada tiene un origen antiquísimo, remontándose al Neolítico de hace más de 4500 años. Esta primitiva artesanía era utilizada para elaborar todo tipo de objetos para uso personal, calzado, cestas, vasijas, cerámica de diferentes estilos y acabados y armas de metal.
Hoy, estas actividades artesanas perviven aún en estos pueblos y es posible afirmar que se trata de un importante elemento identificador de los mismos. Aunque determinadas prácticas y objetos han desaparecido de forma gradual, el visitante de estos lugares todavía puede hacerse con los productos elaborados artesanalmente, muchos de los cuales son destinados a las tareas propias del campo.
El telar en la artesanía textil
Si ha habido una artesanía que ha conseguido dar un gran renombre y fama internacional a esta comarca esa es la textil, cada vez más desaparecida. Este hecho posiblemente se deba a que se trate de un oficio que se ha venido transfiriendo de padres a hijos, de una generación a otra, compaginándose con otros quehaceres de la vida de estas gentes; la época de mayor producción textil tradicionalmente correspondía con el invierno, cuando disminuían las tareas y labores en el campo.
Telar alpujarreño
La tradición textil alcanzó toda la Alpujarra con telares como los de Válor, Pampaneira, Mecina Bombarón, Ugíjar o Sorvilán, trabajando a mano los coloridos tejidos alpujarreños para confeccionar alfombras, mantas y cojines de muy diversas tonalidades.
Jarapas alpujarreñas. Fotografía: Matt Batchelor
Bubión también ha contado y cuenta con telares de gran tradición, con un trabajo que hace uso de las técnicas artesanas heredadas de épocas musulmanas. Destaca la producción de jarapas, unos gruesos tejidos de gran colorido que son empleados como alfombras, colchas o mantas. En otros tiempos, se recurría a distintos tipos de ropa vieja en la elaboración de estos tejidos, si bien hoy cobran protagonismo fibras textiles como la lana o el algodón.
La alfarería
Los recursos de arcilla hallados en este territorio han permitido una larga costumbre alfarera en toda la Alpujarra, que llega hasta nuestros días a través de los tradicionales hornos de leña. Vasijas, cántaros, ollas, tinajas, cuencos y utensilios de uso cotidiano de múltiples formas y colores son trabajados a mano con delicadeza, haciendo uso del torno de pie.
En los alfares moriscos, que todavía perviven en poblaciones como Órgiva, Torvizcón y Ugíjar, se ha recuperado la cerámica de herencia nazarí: azulejos, platos y jarras de matices verdes y azules que representan pájaros, granadas y flores, entre otros laboriosos motivos naturales.
Otros oficios artesanos
La técnica del trenzado del esparto ha sido igualmente muy utilizada por los habitantes alpujarreños en la creación de objetos y utensilios relacionados con las actividades del campo. El esparto y otras fibras han estado presentes en cestos, capachos, fundas, paneras, espuertas, serones y alpargatas. Todavía es posible encontrar estos objetos en algunos talleres que han perdurado hasta hoy, aunque es más frecuente descubrir esta actividad en pequeños pueblos de la Alpujarra, donde los ancianos, sentados en sillas de enea a las puertas de su casa, trenzan el esparto como afición.
Fotografía: Daniel Sebastián Cueto
Los talleres de forja esparcidos en diferentes localidades continúan trabajando para proporcionar aparejos domésticos como los aperos de labranza, herraduras, herrajes, rejas, balcones y ciertos elementos de cerrajería artística. Los antiguos artesanos del metal aprovechaban las diferentes ferias de ganado comarcales para vender sus productos. Las tradicionales herrerías se están perdiendo como consecuencia del abandono de la caballería en las actividades agrícolas; un proceso de desaparición que no es ajeno al resto de actividades artesanales.