Las alturas desiguales presentes en Sierra Nevada, desde valles fluviales, vegas y depresiones de 600 metros de altitud hasta las elevaciones más formidables, han permitido la existencia de una biodiversidad exuberante. Esta formación alberga especies provenientes de la zona mediterránea y de origen africano y centroeuropeo, a lo que se añade la aparición de numerosas especies endémicas.
Violeta de Sierra Nevada. Fotografía: Por los caminos de Málaga
La existencia de plantas originarias del norte africano es el resultado de la desecación del Mediterráneo hace unos 6 millones de años. Un millón de años más tarde, las aguas del mar rompieron de nuevo la unión física continental, quedando estas especies totalmente aisladas. Las continuas glaciaciones de los últimos dos millones de años ayudaron también a extender hacia el sur especies de origen nórdico, atrapadas en las cotas más elevadas de la sierra tras la llegada de temperaturas más cálidas; no es de extrañar que Sierra Nevada comparta con los Alpes más de 70 especies.
Fotografía: Máximo López
De este modo, la situación geográfica, la altitud o la climatología son factores que han convertido a Sierra Nevada en una de las zonas más ricas en endemismos de la península ibérica y de toda Europa. Como dato de referencia, se tienen registradas hasta 66 especies y subespecies botánicas endémicas.
En Sierra Nevada se pueden distinguir los cinco pisos bioclimáticos reconocidos en la región mediterránea europea, distribuidos en función de las temperaturas medias que se registran en cada intervalo:
Pisos de vegetación
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Piso termomediterráneo (hasta los 600 m)
Representado en puntos aislados de la cara sur de la sierra, penetra desde el litoral marino por las vegas de los ríos Guadalfeo, Ízbor, Adra y Andarax. En estos territorios la temperatura media anual se sitúa sobre los 17 °C. Aquí, resultan característicos los matorrales como las maquias de lentisco, coscoja, palmito, enebro, bolina y piorno real, producto de la degradación de los antiguos encinares termófilos. Junto a estos arbustos crecen plantas aromáticas tales como el tomillo, el romero, la ajedrea, la mejorana o el abrótano.
En las proximidades de Lanjarón y Órgiva, el piso mediterráneo da cobijo a los cultivos del naranjo –lo más llamativo y característico de este piso, porque sólo en este ámbito puede prosperar– y el olivo, con presencia de higueras y chumberas.
Cultivo de olivos cerca de Órgiva. Fotografía: Simon Harrod
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Piso mesomediterráneo (600 - 1300 m)
Con una temperatura media entre los 13 y 17 °C, este piso abarca las depresiones de Granada y Lecrín, toda la franja inferior de la Alpujarra alta, desde Lanjarón a Laujar, y se prolonga hasta la depresión de Guadix.
Se caracteriza por la presencia en bosques y matorrales de arbustos como la retama, los jaguarzos y la jara pringosa, pero resulta especialmente definitorio el cultivo del olivo. Ésta fue la zona de la encina por excelencia, aunque las primitivas talas redujeron de forma gradual los antiguos encinares a pequeñas masas dispersas.
Asociados a estas manchas boscosas, también es posible encontrar peonías, majuelo, torvisco, esparraguera, madreselva, enebro, zarzaparrilla o eléboro. Cuando el suelo se vuelve calizo, en las proximidades de estos encinares, las especies más características son la retama de bolas o la hiniesta.
La desaparición del encinar, la erosión y la degradación del suelo han dado lugar a la aparición de matorrales tales como la salvia o el romero. Aquí, también es posible encontrar el pino negral.
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Piso supramediterráneo (1300 - 1900 m)
La temperatura media entre los 8 y los 13 °C hace que los olivares den paso a arbustos tales como el agracejo, la estepa, la salvia y el piorno azul. Los bosques más extensos de esta naturaleza se hallan en la cabecera del río Alhama, en las laderas umbrías de los ríos Genil, San Juan, Monachil y Dúrcal, así como en los montes de Cáñar, Soportújar, Pórtugos y Busquístar.
Hojas de quejigo
Sobre suelos calcáreos, formados sobre sustratos de calizas o dolomías, el bosque potencial es el quejigal, en el que el roble quejigo se acompaña de arces, cerezos silvestres y serbales. Una vez la cubierta arbórea ha sido cortada, la pérdida de humedad del suelo al subsuelo imposibilita la recuperación del quejigal, que ve invadir su territorio por el carrascal. El estrato arbustivo lo componen los agracejos, escaramujos y majuelos, madreselvas, la salvia, el piorno azul, el eléboro y digital.
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Piso oromediterráneo (1900 - 2900 m)
En las estribaciones occidentales de Sierra Nevada, los bosques de marojos y carrascas ceden el terreno a los sabinares y pinares béticos, mientras en la dorsal dominan los piornales y enebrales nevadenses.
La orografía de la alta montaña favorece la aparición de diversos tipos de prados densos en las zonas más húmedas y protegidas de los vientos durante los meses sin nieves, mientras que los pedregales más expuestos son colonizados por hierbas resistentes a la carencia de agua estival.
La existencia de circos, pequeños vallejos y vaguadas por las que discurren las aguas del deshielo, permiten la aparición de prados húmedos y turbosos conocidos como borreguiles. Poseen gran interés naturalístico por crecer en ellos comunidades propias de latitudes boreales, como los musgos y plantas pequeñas como la Saxifraga stellaris alpigena, la Veronica turbicola o la Sedum anglicum melanantherum.
Borreguiles. Fotografías: Por los caminos de Málaga
La hierba dominante es el cervuno en su mayor parte, acompañado por otras como la Festuca iberica, Leontodon microcephalus, Luzula hispanica y el botón de oro Ranunculus demissus. Durante el verano son aprovechadas por rebaños de vacas y ovejas conducidos por los pastores trashumantes.
Alrededor del cervunal suelen aparecer matojos reptantes de arándano negro, Cardamine resedifolia, y las gencianas Gentiana verna y Gentiana boryi. Una especie peculiar, fácil de reconocer en cualquier época, es la estrella de las nieves, delicado llantén exclusivo de las cumbres de la sierra que presenta sus hojas en roseta cubiertas de una densa capa de pelos blancos.
Estrella de las nieves. Fotografía: Por los caminos de Málaga
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Piso crioromediterráneo (2900 - 3482 m)
Considerado como la zona alpina, de características similares a la tundra ártica, este piso es el más interesante y sorprendente desde el punto de vista botánico, hallando aquí el mayor número de plantas endémicas de Sierra Nevada, el cual alcanza un 40% de las plantas de este piso. La presencia continuada de la nieve durante más de ocho meses al año, la temperatura media no superior a los 4 °C y el breve período estival impiden el crecimiento de árboles y especies leñosas.
Durante el verano, cuando la alta insolación reseca las crestas, la planta más característica que se halla aquí es una gramínea endémica de la sierra, la Festuca clementei. La acompañan la zamárraga (Erigeron frigidus) o la Rhynchosinapis cheiranthos.
Entre las lastras en continuo deslizamiento, estas plantas producen raíces largas y expansivas, con las que acceden al subsuelo y se aferran a resquicios y grietas. Sus hojas están dotadas de cutículas gruesas que las protegen del frío y henchidas de agua con sales para soportar el descenso térmico y la congelación.
Otras especies endémicas y de gran interés botánico son la violeta de Sierra Nevada (Viola crassiuscula), la Linaria glacialis o la Saxifraga nevadensis. La recolección de estas plantas se encuentra absolutamente prohibida, por lo que el visitante habrá de conformarse con el recuerdo de sus hermosas formas y vivos colores.
Fotografía: Por los caminos de Málaga